“¡Lo quiero, lo quiero, lo quierooooooo!”
¿Quién
no ha visto alguna vez a una mamá o papá que se apresura en comprar un juguete,
con el fin de evitar la vergüenza pública, mientras a su lado tiene a un(a)
niño(a) que llora, grita y se echa en el suelo porque aún no tiene el juguete
en sus manos?
Lo que se presenció lo conocemos como
“rabieta”, que viene a ser una demostración explosiva de malestar o desacuerdo
relacionado a lo que el/la niño(a) no ha logrado hacer, conseguir o expresar
como deseaba. Esto puede darse tras decirle: “Es hora de guardar los juguetes”, “A dormir”, " Hoy no compraremos helados" etc.
La
manifestación de rabietas forma parte del desarrollo infantil, por lo que son
consideradas esperables a cierta edad. Esta etapa
generalmente se presenta a partir de los dos hasta los tres años. Sin embargo,
este rango puede variar dependiendo del manejo en casa. Cuando este es
adecuado, estas conductas van en disminución a medida que nuestros hijos van
creciendo, debido a que van aprendiendo a canalizar su rabia y frustración.
Algunas
características relacionadas con niños que manifiestan estas conductas son:
o Dificultad para comunicar sus deseos
debido a un lenguaje poco desarrollado, por lo que la frustración
previamente
mencionada se expresa mediante actos.
o Protección o consentimiento excesivo
por parte de los padres, por lo que los niños no aprenden tolerar la palabra
“no”, y pierden el control de sus
emociones rápidamente cuando la situación no se da como esperaban.
o Impedimentos naturales, propios de la
etapa de desarrollo. Nuestros hijos se encuentran en constante desarrollo, por
lo que cada vez adquieren mayor autonomía e independencia y quieren conseguir o
hacerlo todo, aun cuando no es seguro permitírselo.
o En ocasiones, las rabietas son una
manera de llamar la atención de los padres o adultos por el éxito que tuvieron
en ocasiones anteriores, es decir, aprenden que es una forma de conseguir lo
que desean.
o Es importante ser preventivo ante una
situación que posiblemente provoque una rabieta. Por ejemplo: No enseñarle un
chocolate si sabemos que no lo puede comer debido a alguna alergia.
o Debemos mantener una actitud firme
durante cada rabieta, ya que es la única manera que comprenda que no conseguirá
nada con ello.
o Aunque resulte difícil, evitar salir de
la habitación cuando nuestros hijos hacen un berrinche, ya que deben sentir que
los escuchamos, pero aún así no cedemos. De lo contrario, comprenderán cuánto
deseamos evitar la situación y con ello, sentirán que surte efecto por lo que
se intensifica su conducta.
o Mantener la calma, evitando enojarnos
con nuestros hijos. Esto puede resultar difícil al inicio, sin embargo les
sirve de ejemplo de cómo manejar nuestras frustraciones.
o Evitemos dar explicaciones mientras se
da la rabieta, ya que en ese momento nuestros hijos no escucharán ni se
interesarán por lo que les decimos. Además, puede reforzar la conducta. Demos
un mensaje corto como “Si gritas no te
entiendo, esperaré a que te calmes y conversaremos”. Con cada rabieta, irán
comprendiendo la seriedad e importancia del mensaje.
o Esperar que se calme sólo(a), lo cual
se dará cada vez más rápido al notar que no recibe atención por ello (relación
con mensaje inicial). Además, así evitamos cortar la emoción que lo llevó a
ello, ya que lo importante no es evitar que sienta enfado, frustración,
tristeza etc., sino ayudarlo a manejarla adecuadamente.
o Cuando se haya tranquilizado, explicar
brevemente que no es la manera adecuada de reaccionar ante un disgusto, así
como conversar acerca de lo sucedido. De este modo, enseñamos a nuestros hijos
a ser asertivos, a comunicarse de manera adecuada, a comprender los motivos por
los que a veces se les dice que “no”, que serán atendidos y escuchados cuando
están calmados en lugar de gritando, etc.
o
Reforzarlo(a) y elogiarlo(a) cada vez
que se mantengan tranquilos y manifiesten debidamente sus frustraciones.
Recordemos que auto-regular las emociones no es tarea sencilla. Darles besos,
abrazos, frases motivadoras, diversos premios, etc. De este modo, aprenderá que
estas conductas tienen más éxito que las rabietas, y optarán por continuarlas.
¡Mucha suerte! J
Lic. Diana Mariátegui Vargas
Jefa del Dpto. de Psicología del Centro
para el Desarrollo Infantil Learn&Play